APOSTOLADO LAICO





¿Cuánto tiempo le tomará al clero entender que la única forma de que la Iglesia Católica reemprenda un camino de crecimiento (crecimiento en calidad y cantidad, por supuesto) es el empoderamiento apostólico de los laicos? 

Entendamos que esto no quiere decir que los sacerdotes vayan a perder sus funciones ministeriales en el ejercicio de la capitalidad dentro de la Iglesia y la administración de los sacramentos, sino que permitan y coadyuven a los laicos a asumir los ministerios que les corresponden que no son propiamente litúrgicos sino dirigidos a la Iglesia (reunión de los creyentes) y al mundo (Id pues y hacer discípulos a todas las naciones).

La Iglesia Católica se viene reduciendo en número en todos los continentes (salvo quizás en África). Ni hablar de la calidad (formación espiritual y bíblica de los fieles) que hace tiempo desapareció. Los laicos se han convertido en indiferentes ovejas que, cada vez en menor número, asisten a los sacramentos pero muy poco participan. A duras penas cantan. Una inmensa mayoría no conocen (ni les interesa) la Biblia, no conocen (ni les interesan) los padres de la Iglesia, no conocen (ni les interesa) la doctrina de la Iglesia, no conocen (ni les interesan) los concilios. No saben (ni les interesa) que por el bautismo ha sido ungidos como sacerdotes, profetas y reyes. En el fondo, no conocen (ni les interesa) la Iglesia. Solo asisten por inercia más que por fe o por convicción. 

Pero, ¿a qué se debe esto? En mi opinión el problema viene del clero y de las autoridades eclesiales que no enseñan ni promueven lo que en verdad corresponde al laico. Tal vez ni siquiera conocen ni saben de qué se tratan los ministerios de los laicos. Piensan que ministerios laicos son los lectores para la Eucaristía, o ministros que distribuyan la Comunión, o ujieres o acomodadores para la misa. No que esto no sea importante, es que estos son ministerios litúrgicos y de eso no se trata. Se trata de verdaderos ministerios dentro de la Iglesia como pueden ser predicadores, maestros de la Palabra, profetas que anuncian y denuncian, evangelizadores y pastores que vayan a buscar a la oveja perdida, que no se conformen con medio atender a la que viene a la Iglesia, que enseñen y den forma a los creyentes allí donde están, en el mundo.  Medio atender digo porque es obvio que uno o dos sacerdotes en parroquias de veinte mil o más personas no van a poder atender debidamente a nadie. A duras penas alcanzan a celebrar los sacramentos, pero la enseñanza y la formación la dejan completamente desatendida. No pasa de los diez minutos de motivación de la homilia o, peor, la tortura de enseñanzas sin método, orden ni control cuando deciden alargar las homilías.

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