Sobre Metas y Logros



Pienso si prácticamente todo en este mundo es engaño. Fíjense que nada termina por darnos lo que promete; no hay logro que no sea efímero, que no desaparezca tan pronto lo alcanzamos; en el fondo, que no sea un engaño. 
Los sueños como globos de jabón terminan siendo solo delirios que nunca alcanzamos y que, si los alcanzamos, es quizás peor porque no encontramos en ellos lo que buscábamos: felicidad, paz, estabilidad. Aún el amor, la familia, el trabajo, todo nos va dejando vacíos. 
Pero hay un engaño más fuerte, más profundo, más doloroso: creemos ser una cosa y somos otra, creemos hacer una cosa y hacemos otra. Creemos educar a nuestros hijos y lo que hacemos es compensar nuestras deficiencias y los convertimos en seres caprichosos, perdidos en un mundo demasiado grande, dedicados a buscar un placer que los va destruyendo. Creemos hacer el bien y sin darnos cuenta hacemos el mal. Creemos ir avanzando, progresando, cuando tan solo damos vueltas como un perro que se muerde la cola; hasta que se nos acaba el tiempo. Al final, si miramos con honestidad, vemos que nuestros logros se deshicieron como castillos en la arena y solo dejaron una nostalgia, un recuerdo distante de lo que no fue, la sensación de haber sido engañados por una vida que pasó demasiado rápido para no volver y solo dejó cansancio, culpa, deseos de escapar de lo que hemos sido y de lo que hemos hecho. 
Desnudos, ¿qué de lo que soñábamos en la juventud logramos? ¿Qué de lo que conseguimos nos llevamos? ¿Muy poco? ¿Nada? Las sonrisas de los hijos pasaron tan rápido como los abrazos de los primeros amores dejando tan solo nostalgias y temores que hay que esconder. 
¿Respuestas? Quizás solo nos llevamos lo que hayamos hecho por otros en forma desinteresada, quizás lo que logró trascender nuestra mezquindad y nuestra hipocresía, lo que blindamos ante la destrucción de este mundo efímero: ni gloria, ni logros, ni dineros, ni bienes ni pasiones, ni siquiera el éxito de los hijos lo podemos llevar. 
Solo es nuestro entonces aquello capaz de cruzar la irremediable destrucción de la muerte. 

Antonio Torres

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